jueves, 17 de febrero de 2011

Dinámicas

QUIERO UNA ESPOSA

Judy Syfers.*


Pertenezco a esa clase de gente conocida como esposa.  Soy una esposa. Y, no por accidente, soy una madre.

     No hace mucho apareció en escena un amigo, recientemente salido de un divorcio.  Tiene un niño que está por supuesto, con su ex-esposa.  El, obviamente, está buscando otra esposa.  Estaba pensando en él mientras planchaba, una de estas tardes, y de pronto se me ocurrió que a mí, también, me gustaría tener una esposa. ¿Por qué quiero una esposa?

     Desearía volver a la escuela para ser económicamente independiente, poder mantenerme y, si fuera necesario, mantener a quienes dependen de mí.  Quiero una esposa que trabaje y me mande a la escuela.  Y mientras voy a la escuela, quiero una esposa que se ocupe de los niños.  Quiero una esposa que esté pendiente de las citas de los niños con su doctor y su dentista.  Y que esté pendiente de las mías, también.  Quiero una esposa que asegure que los niños coman con propiedad y que estén limpios.  Quiero una esposa que lave la ropa de los niños y la conserve en buenas condiciones.  Quiero una esposa que atienda adecuadamente la alimentación de mis niños, que vigile sus estudios, que asegure el que tengan una adecuada vida social con sus compañeros, que los lleve al parque, al zoológico, etc.  Quiero una esposa que cuide a los niños cuando están enfermos, una esposa que se las arregle para estar cerca cuando los niños necesitan especial atención porque, por supuesto, yo no puedo faltar a mis clases en la escuela.  Mi esposa debe arreglárselas para faltar al trabajo y no perder el empleo.

     Eso podría significar de vez en cuando un pequeño recorte en el ingreso de mi esposa, pero creo que yo podría tolerarlo.  No es necesario decirlo: mi esposa se las arreglará y pagará a quien cuide a los niños mientras ella está trabajando.

     Quiero una esposa que atienda mis necesidades físicas.  Quiero una esposa que mantenga limpia mi casa.  Una esposa que recoja mis cosas.  Quiero una esposa que conserve mi ropa limpia, planchada, remendada, reemplazada cuando sea necesario, y que vea que mis objetos personales se conserven en el lugar apropiado de manera que pueda yo encontrar lo que necesite.  Quiero una esposa que cocine, una esposa que sea buena cocinera.  Una esposa que planee los menús, que haga las compras necesarias de comestibles, prepare las comidas, las sirva gustosa, y luego levante todo mientras yo estoy estudiando.  Quiero una esposa que me cuide cuando estoy enferma y se compadezca de mi dolor y de mi ausencia de la escuela.

     Quiero una esposa que acompañe a la familia cuando tome vacaciones para que pueda continuar cuidándonos, a mí y a los niños, cuando yo necesito descanso y cambio de escenario.

     Quiero una esposa que no me moleste con quejas incoherentes acerca de los deberes de una esposa.  Pero quiero una esposa que me escuche cuando siento la necesidad de explicar algún punto difícil surgido en el curso de mis estudios.  Y quiero una esposa que transcriba a máquina los trabajos que yo haya escrito.

     Quiero una esposa que se ocupe de los detalles de mi vida social.  Cuando mi esposa y yo seamos invitados por mis amigos, quiero una esposa que se ocupe de los arreglos necesarios para el cuidado de los niños, mientras salimos.  Cuando encuentre en la escuela gente que me guste y quiera invitar, quiero una esposa que tenga la casa limpia, que prepare una comida especial y nos la sirva a mí y a mis amigos, que no interrumpa cuando hablo de cosas que nos interesan a mí y a mis amigos.  Quiero una esposa que pueda arreglárselas para que los niños hayan comido y estén listos para irse a la cama antes de que lleguen mis invitados, para que los niños no nos molesten.

     Y quiero una esposa que sepa que algunas veces necesito una noche fuera de casa, sola.

     Quiero una esposa que sea sensible a mis necesidades sexuales, una esposa que haga el amor apasionada y ávidamente cuando así lo desee yo, una esposa que procure mi satisfacción.  Y por supuesto, quiero una esposa que no exija atención sexual cuando no tenga ánimo para ello.  Quiero una esposa que asuma la total responsabilidad del control natal.  Quiero una esposa que me sea sexualmente fiel para que mi vida intelectual no se vea perturbada por los celos.  Y quiero una esposa que entienda que mis necesidades sexuales pueden requerir algo más que la estricta adhesión a la monogamia.  Yo debo, después de todo, estar en condiciones para relacionarme lo más plenamente posible con la gente.

     Si acaso encuentro a otra persona más conveniente como esposa que la que yo tengo, quiero la libertad para reemplazar a mi actual esposa por otra.  Naturalmente, espero una vida nueva y fresca; mi esposa se hará cargo de los niños y será la única responsable de ellos para dejarme libre.

     Cuando haya terminado mis estudios y tenga un trabajo, quiero una esposa que deje de trabajar y se quede en casa para que mi esposa pueda más intensa y completamente hacerse cargo de los deberes de una esposa.

     ¡Dios mío ¿quién no quisiera una esposa...?!



*    Judy Syfers está casada y tiene dos hijos.  Este artículo fué publicado originalmente en The Preview Issue of Ms (1972).

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